Con una increible crisis de popularidad y solo 10 días después de que una multitud tomara las calles de varias ciudades brasileñas para protestar contra los cortesen la educación, Jair Bolsonaro, se lanza a la conquista del nordeste.

Esta zona, una de las más pobres del gigante sudamericano, es el baluarte del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores, y Bolsonaro líder indiscutible del Partido Social Liberal, fue hasta allá para intentar convencer al área más pobre del país que es necesario aprobar su nuevo sistema de pensiones para que aumenten las inversiones en la región y la economía vuelva a crecer.

Con la popularidad a la baja, el mandatario tiene que convencer a los brasileños de que su propuesta para la reforma del sistema de jubilación es buena para los pobres y así conseguir que el Parlamento la apruebe lo antes posible. Antes de que Brasil entre técnicamente en recesión.

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