Aunque la invasión ilegal rusa a Ucrania atraviesa un punto de inflexión, luego del inicio de una extraordinaria contraofensiva de Kiev, nada indica que la guerra pueda detenerse. Mientras la resistencia del ejército de Vladimir Putin en el sur es muy fuerte porque esperaba el ataque, en el noroeste ha debido replegar sus tropas frente a una operación ucraniana contundente y demoledora que los tomó por sorpresa.

En este contexto, todos los circuitos de información dejan estas horas mensajes en la misma línea: hoy no hay espacio para la paz. Así lo señaló el jefe de la diplomacia europea, Antonio Guterres, en una entrevista al diario español El Mundo, donde al contrario de pensar en una desescalada, pronosticó: “Putin está irritado, frustrado, con sus militares y con ganas de revancha por la humillación, así que hay que esperar una respuesta brutal de Rusia, pero no en el frente, sino en centros estratégicos, en bombardeos indiscriminados”.

La guerra fue, es y parece que será, al menos por un largo tiempo, la opción del jefe ruso. Aunque pasaron más de 200 días desde el inicio de la invasión, los antecedentes, que ahora revela la agencia Reuters, indican que “hay testimonio de fuentes cercanas a la dirigencia rusa” que explican que el mandatario ruso prefirió la invasión a gran escala a un acuerdo negociado.

“Ucrania ofreció la renuncia a la OTAN y decidió continuar con la invasión”, dice un párrafo de un artículo del diario italiano Corriere della Sera, dando cuenta que la decisión del jefe de Kremlin siempre fue la via del derramamiento de sangre para dirimir sus pretensiones sobre Ucrania.

De haberlo querido, la guerra en Ucrania se podría haber evitado. Según surge de la información de las fuentes rusas, en las primeras etapas del conflicto hubo un plan de paz acordado entre las partes que Putin habría descartado.

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