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General PNP sostiene que delincuencia en el Callao es un problema generacional

22:38 h - Sáb, 14 Mar 2015

Es común ver que jóvenes vecinos del Callao, capturados por haber cometido algún delito, son hijos, nietos o sobrinos de personas que han pisado la cárcel, afirmó el jefe de la Región Policial Callao, general PNP Julio César Otoya Miranda.

Para él, la problemática de la delincuencia juvenil se transmite de generación en generación y ello se ha evidenciado en los distintos operativos que la Policía realiza en el primer puerto, a donde en el último mes se han destinado más de mil efectivos a fin de reforzar la seguridad ciudadana.
 
Por ejemplo, dijo, en los casos de microcomercialización de drogas, cuando se arresta al vendedor, el negocio pasa a ser administrado por un familiar. "Capturas a uno y el hermano, la hija o el tío continúan con el negocio. Es una cadena", refirió a la agencia Andina.
 
Otoya comentó que las leyes son muy benignas cuando se trata de castigar a los microcomercializadores de droga. Una mujer, conocida con el alias de "Tía Gladys", registra varios ingresos y salidas a las comisarías del Callao. 
 
El alto mando policial del Callao indicó que, pese a este complejo problema social, la Policía realiza denodados esfuerzos para combatir la delincuencia en el primer puerto, y ahora con el incremento de efectivos, hacen vigilancia y operativos en horas en las que antes no había resguardo.
 
En lo que va del año se han incautado 88 armas de fuego (61 pistolas, 25 revólveres y 2 fusiles de guerra) en esta provincia constitucional; además de 6 granadas, 412 municiones y 22 armas blancas. Igualmente, se han desarticulado 42 bandas delincuenciales.
 
Valores trastocados
 
No obstante, indicó, la lucha contra la delincuencia enfrenta a diario la protección que brindan los familiares y vecinos de los malhechores, así como una evidente distorsión de los valores y de las sanas costumbres.
 
En barrios peligrosos, anotó, vecinos y familiares se enfrentan a la Policía para impedir que delincuentes juveniles sean capturados y trasladados a la comisaría. "Ellos saben en qué están metidos sus hijos, pero en vez de hablarles y orientarlos, les permiten sus delitos". 
 
Lo que pasa, dijo, es que los vínculos emocionales se colocan por encima de la ley cuando se trata de entregarlos a las autoridades. "El deber filial pesa mucho en Perú, somos un país bastante emotivo", puntualizó.
 
A su vez, los jóvenes delincuentes ostentan sus pertenencias digitales o armas de fuego en fotografías que se publican en las redes sociales. "Tienen un smartphone, una tablet, una moto, un auto, una pistola. ¿Cuánto cuesta un Kia Río? 13 mil dólares. ¿Cómo adquieren esas comidades?", se preguntó el general Otoya.
 
Según comentó, algunos jóvenes tienen una fijación con las armas de fuego. "Les gusta estar armados, les gusta la pistola, a diferencia de otros que quieren jugar pelota".
 
"Cuando hay alguien que mata o roba, en sus barrios pintan su cara. Son ídolos, los representantes de la cuadra. 'Ese pata choreaba y era chévere con la gente', dicen", refirió el general. 
 
Los datos estadísticos del Instituto Nacional Penitenciario (INPE) indican que un porcentaje importante de reos en las cárceles de Lima y Callao provienen del primer puerto.
 
Guetos en el Callao
 
Al antropólogo Alex Huerta-Mercado, profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú, le llamó la atención que en el Callao converjan dos situaciones: por un lado, la reorganización de la ciudad y mejora del transporte público e incluso del ornato; por el otro, la delincuencia.
 
"Me da la impresión de que en el Callao se han constituido guetos, o sea que mientras en zonas urbanas periféricas de Lima, como San Cosme o El Pino, ha habido un ascenso social, las clases criollas de antaño han quedado relegadas en suertes de callejones y han quedado abandonadas por el Estado", opinó.
 
El antropólogo señaló que en estos guetos se forman micro mundos con códigos propios, que, sin embargo, mantienen las estructuras de poder de las sociedades tradicionales, es decir, se organizan mediante jerarquías con líderes.
 
En esos micro mundos, las pistolas y las motocicletas son símbolos de status y motivos para el enaltecimiento.
 
"Hay un nuevo capital simbólico. Se venera al más agresivo, al más vivo, al más fuerte, al que cumple una serie de funciones que lo llevan a una categoría de prestigio en el micromundo donde se mueve", explicó el antropólogo.
 
"Es una suerte de símbolo de status-poder, una suerte de ascenso de la chaira al fierro", agregó.
 
Asimismo, tratando de profundizar en la idiosincrasia de los delincuentes del Callao, recordó que, de acuerdo a un estudio del actual Ministro del Interior, José Luis Pérez Guadalupe, existen dos categorías de malhechores: los faites y los atorrantes.
 
"Los faites sólo asaltan camiones blindados, bancos, perpetran grandes robos y no se meten con mujeres ni con niños", relató Huerta-Mercado. Los atorrantes, por el contrario, no respetan nada ni a nadie. 
 

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