“El VRAEM tiene las cifras más altas de anemia, entonces uno se pregunta qué es lo que ha dejado el narcotráfico en ese lugar. Nada. La coca da ‘cash’ pero no desarrollo”, comentó la jefa de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (DEVIDA), Carmen Masías.

Y en efecto: “la coca da ‘cash’ pero no desarrollo”. Un estudio realizado por el Ejecutivo da cuenta que el 58% de los 551 mil habitantes de esta zona –que alberga 69 distritos de Apurímac, Ayacucho, Cusco, Junín y Huancavelica– vive por debajo de la línea de pobreza (ingreso mensual menor a S/338) y un 22% son pobres extremos, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Ambas cifras están por encima del promedio nacional, que registra un 21,7% de pobres y un 3,8% de pobres extremos. 

Desde el 2010, esta zona tiene la mayor área de cultivo de hoja de coca en el país, con aproximadamente 20 mil hectáreas disponibles. También concentra el 70% de la producción nacional (106 mil toneladas).

La coca da ‘cash’ pero no desarrollo.

Una forma de revertir ese ‘progreso’ estacionario es la migración del cultivo hacia otras iniciativas más productivas.

De acuerdo con DEVIDA, más de 30 mil familias dejaron  la hoja de coca para migrar al cultivo del café desde el 2007 a la fecha. Quienes se han acogido a este tipo de iniciativas muestran una actitud positiva, pues “con la coca había mucha corrupción (…). Gracias a Dios, con mi producción de café ya tengo para apoyar a mis hijos (…) Mi sueño es crecer, poner un negocio cuando tenga más producción, y poder cambiar mi vida”, comentó para un medio local Maritza Gómez , ex productora del Centro Poblado de Corvinilla Baja, Huánuco.

“La sensibilización, el acompañamiento de las personas que van a migrar de la hoja de coca a cultivos alternativos, es un proceso paulatino. Se establecen contactos con las comunidades a través de programas sociales y se les plantea un negocio distinto al que llevan. El acompañamiento también es técnico”, agregó en otro momento Masías.

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