Lo afroperuano es reconocer la inserción de este legado a nuestro país y cómo con el paso del tiempo se ha manifestado en diversas expresiones desde lo religioso, cultural, musical y deportivo, consideró Kristhian Ayala, investigador y docente de la Universidad Católica Sedes Sapientiae.

Ayala señaló que la presencia de los negros en el Perú tuvo un gran impacto a diferencia de otros países, ya que ellos se adecuaron a un sincretismo donde la iglesia tiene un valor muy importante porque son acogidos en el culto católico, pierden sus creencias ancestrales, pero mantienen el ritmo y cultura musical que viene del África.

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“Según el historiador José Antonio del Busto, hacia 1536 llegó al Perú, desde Tumbes y junto con los Trece del Gallo, el primer esclavo negro —un afrodescendiente— que acompañaba a Francisco Pizarro en la exploración de esta región. Incluso cuenta la anécdota que al llegar, los pobladores se sorprenden por el color de la piel”, dijo Ayala en entrevista para El informativo de Radio Nacional.

“No se sorprendían de los animales o la vestimenta de los conquistadores, sino del color de la piel. Ahí empieza el contacto con el nuevo mundo y con él la terrible realidad de la esclavitud en aquella época. Se asientan en Lima, en el norte y sur. Ahí se crean las creencias, el sincretismo religioso, musical y cultural que va calando en la realidad de los limeños y los peruanos”, agregó.  

Explicó que los afrodescendientes se asentaron principalmente en Lima y regiones del norte y sur del país, donde se fusionaron creencias religiosas, música y costumbres, dando paso a un sincretismo cultural único en América Latina. A diferencia de Brasil o México, en Perú surgieron los primeros devotos afrodescendientes, como lo evidencia el censo del siglo XVII que registraba un 63 % de población afroperuana en el virreinato.

Este legado se expresa en figuras religiosas como San Martín de Porres y en manifestaciones como la devoción al Señor de los Milagros, cuya imagen fue pintada por un esclavo angoleño. A lo largo del tiempo, esta influencia también floreció en la música y la gastronomía, marcando una identidad limeña y peruana profundamente mestiza.

A finales del siglo XIX y mediados del XX el aporte de figuras como Pancho Fierro, los hermanos Santa Cruz y Porfirio Vásquez revalorizan la expresión cultural afroperuana. Gracias a Victoria y Nicomedes Santa Cruz, se rescatan tradiciones como el “son de los diablos” y la zamacueca.

“El caso de Victoria es muy importante en particular. Ella estudió los orígenes de la música africana en el Perú y logró una reinvención de la identidad afroperuana que perdura hasta hoy, haciendo del cajón y del festejo símbolos del orgullo nacional”, afirmó.

Finalmente, Ayala destacó lugares como San Lázaro y Malambo, primeros focos de la cultura afroperuana, agregando que la segunda expansión se da con la aparición del barrio de La Victoria donde nació Alianza Lima. “Con el paso del tiempo, en estos barrios obreros se da la interculturalidad con la llegada de los chinos, los japoneses y luego la migración andina”, manifestó.

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