Una señal para detectar un lugar maligno es observarlos y notar si en el transcurso de las semanas o meses cambian de tamaño, color, sangran, producen escozor o prurito. Así lo indicó la dermatóloga Giuliana Nieto en nuestro programa "Qué hacer".

En ese sentido, recordó la importancia de hacernos la evaluación mensual de los lunares para poder conocerlos.

"No se trata que el lunar sea maligno, sino que hay lunares sobretodo cuando están en zonas expuestas a la radiación solar, podrían malignizarse. Los lunares oscuros cuando están expuestos al sol mutan transformando sus células, haciendo una neoplasia", dijo la especialista agregando que la radiación solar no es de un día, sino que con los años se acumula en nuestra piel y se presentan lesiones.

Explicó que si un lunar es mayor a seis milímetros (tamaño de una lenteja) se convierte en sospechoso y si a esto se suma sangrado, cambio de color, entonces hay que hacer una biopsia, para saber si es maligno.

La especialista Nieto manifestó que casi todos nacemos con lunares congénitos y pueden formarse lunares a lo largo de nuestra vida por predisposición genética y puso de ejemplo a las familias de "lunarejos" (Sic).

Por otra parte, indicó que si se hace una extirpación, el lunar ya no vuelve a salir, pero con una cauterización, puede brotar nuevamente. Finalmente agregó que toda persona que tiene más de cincuenta lunares en el cuerpo, debe hacerse una evaluación anual con su dermatólogo y más si hay antecedentes familiares de cáncer a la piel. "Hay que utilizar el protector solar porque la radiación que cada día es más intensa, se acumula en nuestra piel", finalizó.